La promoción, extensión y mejora de la calidad del transporte público urbano aparece como uno de los objetivos principales de actuación de las sociedades urbanas occidentales y, por supuesto, también de nuestro país.
Los casos europeos de extensiones y mejora de las redes de metro (con el caso destacado de la ciudad de Madrid), la creciente implantación de redes de tranvías (con el ejemplo de las ciudades francesas), la presencia de microbuses eléctricos en los centros históricos de muchas ciudades (caso de Italia), la potenciación y reorganización de las redes de autobuses, el desarrollo de vehículos con sistemas de tracción alternativos (eléctricos, de hidrógeno, de gas natural, híbridos, mediante biocombustibles…), la segregación de bandas reservadas al transporte público en el viario urbano, y otras muchas actuaciones, son ejemplos paradigmáticos de que el transporte público urbano se encuentra en la agenda de los gestores técnicos y políticos de nuestras ciudades.