Plan de Movilidad Urbana Sostenible: qué retos debe asumir un PMUS

El avance hacia una movilidad urbana sostenible se ha convertido en una prioridad fundamental para las ciudades y municipios contemporáneos. Los Planes de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) representan un esfuerzo concertado para reestructurar la forma en que nos desplazamos, promoviendo métodos de transporte que sean menos dependientes de los vehículos motorizados y más amigables con el medio ambiente.

Estos planes no solo buscan transformar la infraestructura y el comportamiento de transporte, sino también fomentar la cohesión social y el desarrollo económico. En un contexto donde el modelo de movilidad tradicional ha priorizado la fluidez y el estacionamiento de vehículos motorizados, los PMUS ponen a las personas en el centro de la planificación urbana.

Este artículo aborda los principales retos que un Plan de Movilidad Urbana Sostenible debe enfrentar para lograr sus objetivos. Con una visión integral y colaborativa, los PMUS se posicionan como herramientas clave para la transición hacia ciudades más sostenibles y habitables.

¿Qué es un PMUS?

Según la Guía práctica del Instituto para la Diversificación y Ahorro Energético(IDAE), un PMUS “es un conjunto de actuaciones que tienen como objetivo implantar formas de desplazamiento más sostenibles en el espacio urbano (caminar, pedalear o utilizar el transporte público) reduciendo el consumo energético y las emisiones contaminantes, logrando al mismo tiempo garantizar la calidad de vida de la ciudadanía, igualmente se contemplan los objetivos de lograr la cohesión social y el desarrollo económico”.

Los planes de movilidad son instrumentos para impulsar los cambios necesarios en la movilidad urbana con criterios de sostenibilidad. Ante un modelo de transporte concebido para dar fluidez y capacidad de estacionamiento a los vehículos motorizados, los PMUS apuestan por situar en el centro de la planificación a las personas.

Su objetivo es garantizar un ambiente sano donde se pueda caminar y pedalear por itinerarios accesibles, seguros y atractivos; y donde los desplazamientos más largos a los destinos laborales, educativos, sanitarios y de ocio se resuelvan mediante el transporte público.

Los PMUS tienen un ámbito de actuación local, si bien pueden desarrollarse en colaboración con varios municipios, ya sea por pertenecer a un Área Metropolitana o a una Mancomunidad. Estas iniciativas deben vincularse con planes, directrices, estrategias de ámbito municipal, regional o estatal e incluso comunitario, de tal forma que contemplen los condicionantes señalados por estrategias de carácter supramunicipal.

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Retos que tiene que asumir un Plan de Movilidad Urbana Sostenible

Las necesidades de movilidad están determinadas por una serie de condicionantes físicos, sociales, económicos o culturales que varían en función del momento.

Reto 1. Envejecimiento de la población

Según las proyecciones demográficas elaboradas por el INE, hacia 2064 habrá un millón menos de españoles. La esperanza de vida al nacer pasará de 79,9 años (2013) a 90,9 (2063); la esperanza de vida para las personas de 65 años, que ahora es de 22,9 años, será en 2063 de 30,8 años. Esto significa que, aunque la población viva más tiempo, lo hará en condiciones de menor autonomia fisica.

En la actualidad existen grupos, cada vez más numerosos, de personas muy mayores con una movilidad dependiente. Hay 13.551 personas de 100 años o más, y según las proyecciones del INE dentro de 50 años llegarán a 372.000 personas.

Reto 2. Frenar el modelo territorial alejado, consumidor de recursos y disperso

Las ciudades españolas han desarrollado desde mediados de los años ochenta un modelo territorial y urbanístico que ha favorecido la movilidad motorizada. Este uso individual e indiscriminado del automóvil ha provocado un crecimiento disperso, cada vez más alejado. Ha creado un círculo vicioso muy difícil de frenar.

Las ciudades son cada vez más extensas, y cada vez menos densas, con una fuerte tendencia a la periurbanización y suburbanización, y una creciente dependencia del automóvil.

Una situación que se ve agravada por la sobreoferta de plazas de estacionamiento tanto en origen (vivienda) como en destino (centros de trabajo, estudio, centros comerciales y de ocio). Esta dependencia obliga a la gente a tener permiso de conducir; si en 1975 solo un 20% de la población tenía carnet, en 2015 ese porcentaje llegaba al 56,7%, unos 26,3 millones de habitantes; prácticamente toda la población adulta. Como resultado se han incrementado el sedentarismo y los índices de obesidad.

Reto 3. Frenar el cambio climático

Según la Organización Meteorológica Mundial, en 2015 se superó por vez primera la concentración media de 400ppm de CO2 en la atmosfera, es decir el límite de seguridad, más allá del cual la vida y el ser humano se ven en situación de riesgo (a principios de la revolución industrial esta cifra era de 279 ppm). Estas concentraciones de CO2 han afectado especialmente a la Península.

La Comunidad Internacional lleva medio siglo dando la voz de alarma y convocando Convenciones sobre Cambio Climático para reducir este problema, pero aún no se ha conseguido un compromiso real.

Según Greenpeace, en España los GEI procedentes de la movilidad urbana representaron el 10% de todas las emisiones, y un 40% de las procedentes del transporte; por esta razón, la UE y el gobierno español han trabajado para atajar esta situación, aunque de forma poco ambiciosa, mediante la Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética que impulsa a nivel local la elaboración de Planes de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS).

Reto 4. Mejorar la calidad del aire.

Según los informes de Ecologistas en Acción en 2015 existían 18,5 millones de personas que respiraban aire contaminado, un 39% de la población (según los valores límite fijados por la Directiva 2008/50/CE y el Real Decreto 102/2011). Una situación que empeora de año en año.

El estudio señala que si se tuvieran en cuenta los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que son más estrictos y corresponden a una adecuada protección de la salud, la cifra ascendería hasta 45,9 millones de personas, un 98,6% de la población. Las ciudades tienen la responsabilidad de cumplir la legislación europea y estatal sobre calidad del aire. Para ello deben redactar y poner en práctica los Planes de Calidad del Aire mediante medidas encaminadas a garantizar la protección de la salud y de la vegetación. El objetivo es alcanzar niveles acordes con los valores indicados por la OMS. Estos planes deben coordinarse con los de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) para buscar medidas que reduzcan las emisiones de los principales gases.

Reto 5. Disminuir el ruido ambiental procedente del tráfico.

La contaminación acústica es otro de los problemas ambientales más importantes en las áreas urbanas, en especial en las poblaciones que se ven afectadas por aeropuertos, grandes ejes viarios y ferroviarios o zonas portuarias. Se sabe que el tráfico es el principal origen del ruido en la ciudad. En los últimos tiempos el modelo territorial y de transporte ha multiplicado las distancias y ha ampliado el impacto acústico a espacios rurales, a zonas de alto valor ambiental e incluso, a ecosistemas protegidos donde habitan especies en peligro de extinción. El ruido se ha extendido a todos los ámbitos de convivencia, se ha ampliado en el tiempo (a cualquier hora) y en el espacio (en todas partes).

Los estudios científicos han demostrado que el ruido tiene graves consecuencias para la salud, que van más allá de simple molestias, y que pueden afectar al sistema nervioso e, incluso, provocar la muerte.

Los Planes de Acción Municipal en materia de contaminación acústica establecen objetivos y medidas para la reducción del ruido. Una de sus propuestas es lograr la “movilidad sostenible” mediante la reducción del número de vehículos, la promoción de los vehículos silenciosos, el fomento del transporte público o la disminución de la velocidad (reducir de 50 a 30 km/h disminuye el ruido en 6 dBA). Sin embargo, no todas las normativas favorecen esta estrategia.

Reto 6. Disminuir la siniestralidad.

La siniestralidad provocada por el tráfico creció significativamente desde los años sesenta; una situación a la que la sociedad parecía haberse acostumbrado. Uno de los objetivos principales del Libro Blanco del Transporte en 2001 era reducir esta siniestralidad a la mitad. Aunque en aquel momento parecía una meta inalcanzable, el objetivo se ha superado con creces; pero estos buenos resultados no significan que el modelo de transporte se haya vuelto seguro.

El número de siniestros de tráfico no paró de crecer desde los años sesenta a los noventa, y sólo comenzó a reducirse con el comienzo del nuevo siglo. Aunque actualmente hay un repunte de la cifra de accidentes, son siniestros con heridos, en la mayoría de los casos sin hospitalización. La disminución de la gravedad de los mismos se debe en parte a la implantación de medidas de calmado de tráfico; la llegada de un PMUS a un municipio favorece un entorno más seguro al incorporar criterios de moderación de la velocidad y un nuevo rediseño viario.

Los accidentes afectan a la sociedad en su conjunto; cualquier persona puede sufrirlos y verse afectada por sus fatales consecuencias. Quienes más riesgo tienen de ser atropellados son los peatones. Durante 2015, 247 personas fallecieron en las ciudades españolas, y otras 13.436 padecieron heridas de diversa consideración.

Fuente:Los Planes de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) Balance desde la perspectiva ecologista”, Pilar Vega Pindado. Edita: Ecologistas en Acción

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